Lecciones aprendidas y lecciones por aprender del coronavirus (COVID-19). Ahora está habiendo muchas imágenes con frases de lecciones de vida y frases de esta pandemia, donde se muestra todo lo qure emanipustamos aprendiendo con el coronavirus. Muchos piensan que nos están manipulando y otros se saltan el mequedoencasa como si no fuera con ellos. Tras unos días, te comparto mis reflexiones sobre el coronavirus:
- La gente tiene miedo a morir
- La gente solo teme morir de lo que sabe que puede morir
- A la gente le importa poco si mueren otras personas lejanas
- Vivimos demasiado ocupados en el día a día
- El poder económico utiliza la ciencia a sus anchas
- El poder económico utiliza los medios a sus anchas
- El poder económico utiliza a los políticos a sus anchas
- En tiempos de crisis sale lo mejor y lo peor de las personas. Prince EA – Before You Catch the Virus
- El ejemplo de la gente
- Con el COVID-19 hemos salido de nuestra zona de confort
- Y hasta que salgamos de esto, ¿qué podemos hacer?
- Reflexiones finales – #MeQuedoEnCasa
La gente tiene miedo a morir
«Lo más temible es la muerte porque es el fin» mencionaba ya Aristóteles. Esto genera la conocida «ansiedad ante la muerte» y pensamos que la ciencia nos apoya en aumentar las posibilidades de vivir más.
Este miedo a la muerte es lógico y natural, pero es muy importante diferenciar del miedo físico o real (por ejemplo, nadie se tira por un barranco por miedo a morir) a cuando es un miedo emocional o irreal (por ejemplo, el miedo de algunas personas a hablar en público). Cuando controlamos correctamente los miedos emocionales pasamos de preocuparnos a ocuparnos y conseguimos trabajar sin pánico (miedo emocional) las acciones necesarias para gestionar una pandemia de este tipo.
Por obvio que parezca, la muerte nos va a llegar a todos.
La gente solo teme morir de lo que sabe que puede morir
Mientras no aparezcan por el mundo microorganismos como el coronavirus, mucha gente tendrá más miedo a las bombas nucleares y a los terroristas que a la guerra biológica. Pero la realidad «racional» es que virus de este tipo llevan mucho tiempo conviviendo con nosotros y son muy peligros. Ahora solo nos tenemos que acostumbrar a que pueden ser más potentes o no siempre tan controlables.
¿Qué aprendemos de esta pandemia? Como indicaba en mi primer libro Autocoaching: Cómo conseguir lo mejor de uno mismo, estamos aprendiendo cómo es el entorno de un virus bacteriológico. En los estados de conocimiento de David Kolb (desconocimiento inconsciente, desconocimiento consciente, conocimiento consciente y conocimiento inconsciente) hemos pasado de tener un desconocimiento inconsciente (ni sabíamos lo que era un virus bacteriológico) o consciente (lo sabemos, pero nos parece lejano) a tener un conocimiento consciente: las personas cambian y ya tienen esas ideas automatizadas en el día a día.
Nuestro cuerpo aún tiene que acostumbrarse a los virus bacteriológicos como algo más habitual y, hasta que no tengamos un conjunto de procedimientos habituales en nuestras vidas (lavarnos las manos al entrar en cualquier comercio, tomarnos la temperatura antes de subir a un avión, prevenciones sanitarias más eficaces, etc.), estaremos en una fase de conocimiento consciente, que es la que produce más estrés. Como ya indicaba, «la mente está más relajada cuando no sabe acerca de algo o cuando ya lo controla de forma inconsciente».
A la gente le importa poco si mueren otras personas lejanas
La pirámide de Maslow indica que, una vez cubiertas nuestras necesidades fisiológicas, se pasa a un segundo nivel de seguridad en donde protegemos a nuestra familia y seres más cercanos. Remarco la palabra: familiares y cercanos. Si se mueren de un virus letal en la otra punta del mundo y tenemos la absoluta certeza de que ese virus nunca va a llegar a nuestro entorno, apenas nos preocupa (al margen de preocupaciones patológicas). Equivale a ver una documental en televisión e, incluso, nos puede aportar satisfacción el comprobar que nuestro entorno es «seguro».
A comienzos del año, muchos occidentales veían los efectos del coronavirus en Wuhan (China) y no pasaba de resultarles una curiosidad. Con algo de conocimiento económico, analizaban las implicaciones que podrían suponer a nuestro bolsillo la falta de abastecimiento en ciertas materias primas. En paralelo, algunos políticos armados de hipocresía y doble moral, arma habitual de muchos «populistas», seguían predicando para un grupo pequeño de seguidores en vez de para el bien global. En mi país pude observar los primeros ejemplos de ignorancia al comprobar personas con gestos de xenofobia por evitar sentarse en los transportes públicos al lado de personas con facciones asiáticas que, cuando hablaban, se comprobaba que eran más nativos de mi país que el que escribe estas líneas.
La realidad es que a muy pocas personas les importa la muerte por hambre de casi 10.000 niños en el mundo (no solo en África), pero parecen terriblemente asustadas cuando el nuevo coronavirus mata a una persona en su ciudad natal. Nos guste o no, este año más de 100 millones de personas pueden morir de hambre. En América Latina, 4,2 millones de personas no tienen qué comer.
Si te importa poco el ejemplo del hambre, quizás con la creencia limitante de que en África se «reproducen» sin sentido, te propongo otro ejemplo: ACLED ha registrado 91.600 muertos por la guerra de Yemen (17.100 personas en 2015, 15.100 en 2016, 16.800 en 2017, 30.800 en 2018 y 11.900 hasta junio de 2019). Yemen está a sólo 1.000 kilómetros de Dubai, uno de los destinos favoritos a la hora de vivir.
Vivimos demasiado ocupados en el día a día
Más vale prevenir que curar es la expresión favorita de los más precavidos (y de los hipocondríacos), pero en estos días de cambio continuo con un entorno tan variable (entornos VUCA: volatilidad, incertidumbre complejidad y ambigüedad) supone un desafío arreglar problemas del largo plazo, ya que la gente vive demasiado centrada en arreglar los inconvenientes inmediatos.
Entre otros, Bill Gates ya predijo esta situación actual en una conferencia TED hace pocos años («The next outbreak? We’re not ready»), en donde compartía cómo en su infancia se preparaban para un ataque nuclear. Tras dejar atrás la Guerra Fría, indicaba que nuestros sistemas no están preparados para una pandemia vírica y recordaba tres lecciones que nos hizo aprender la propagación del ébola:
- Grandes profesionales sirvieron de cortafuegos del virus.
- El ébola no se propagaba por el aire y quienes enfermaban quedaban encamados en estado grave.
- Por último, el ébola no apareció en grandes núcleos urbanos, quizás por suerte.
Pese a disponer de toda la tecnología necesaria, es triste comprobar que no se tomaron las medidas que ya indicó el fundador de Microsoft. El Banco Mundial estimó que una pandemia global podría costar 3 billones de dólares y millones de muertes humanas. En pocos meses podremos comprobar si esa estimación era correcta. Si después de esta pandemia no somos mejores personas no hemos aprendido nada.
El poder económico utiliza la ciencia a sus anchas
Es habitual encontrar a personas que dicen hablar con la verdad absoluta al compartir un comentario o algo que han recibido por las redes sociales que dicen está amparado por la ciencia (cuñadismo), cuestión que insulta a cualquier científico que sabe diferenciar entre las ciencias sociales y exactas.
Es básico la importancia de utilizar el lenguaje científico porque la medicina no es una ciencia exacta y jamás vas a encontrar una pastilla que cure en el 100 % de los casos (mientras no se teste en el 100 % de la población, idea absurda). Siempre puede haber efectos secundarios, conocidos o no, que hacen que los fármacos no sean perfectos. La vacuna que puede funcionar en una población podría no funcionar en otra (quizás distintos tipos de alimentación) y eso hace que necesiten un largo periodo de pruebas para alcanzar una eficacia elevada. Si nos cuesta entender los gustos de una persona, más aún costará saber los gustos del COVID-19.
Hasta que la ciencia consiga una vacuna con alta eficacia contra el coronavirus habrá empresas muy persuasivas que lancen productos para paliar el miedo emocional, pero no curar contra el virus. Algunas incluso se aprovecharán de la falta de exactitud y ofrecerán productos que no estén certificados ni cumplan las mínimas condiciones sanitarias.
El pillaje, saqueo realizado aprovechando un descuido o falta de defensa, es ahora más común y se comprueba el abuso de algunas empresas en el aumento de precios de productos básicos y hasta en personas que se hacen pasar por profesionales sanitarios y roban a ancianos.
El poder económico utiliza los medios a sus anchas
La divulgación que ha tenido el coronavirus en China y la repercusión que tenía en los medios internacionales es un ejemplo evidente de manipulación mediática. Era importante llevar al consciente el miedo a este tipo de epidemias. Teníamos que ver cómo construían un hospital en tiempo récord y teníamos que llevar máscaras para protegernos de todo el que se cruzara.
Mejor recordar un ejemplo de 2006. ¿Te acuerdas de la prohibición de viajar con líquidos en los aviones? Se detectaron líquidos para hacer bombas y en cuatro meses estaba prohibido en los aviones llevar hasta una sencilla botella de agua para beber. ¿Estaba justificada la norma de los líquidos? Personalmente, no he visto explotar nada con líquidos y me parece más peligroso subir a un avión con un bate de béisbol que con una botella de agua. Es una cuestión de sentido común que he comentado con infinidad de empleados de seguridad y en la que siempre he obtenido la misma respuesta: ¿quién se beneficia de que no haya líquidos en los aeropuertos? Solo tienes que pensar cuál es el precio de una botella de agua en esos lugares.
Los medios nos están facilitando vivir el seguimiento de una pandemia en tiempo real y estamos aprendiendo día a día. Somos capaces de reproducir el virus en 3D, pero tardamos más tiempo en conseguir una cura eficaz para la población. Estos procedimientos médicos se irán acortando con el tiempo y ojalá lleguemos a una capacidad de cura casi en tiempo real. Hoy puede parecer lejano, pero igual de lejano resultaría ahora decirle a S. Morse (quien inventó el telégrafo) que se bajara la app de WhatsApp para enviar mensajitos.
El poder económico utiliza a los políticos a sus anchas
Ahora, con el coronavirus tenemos que estar preparados para que se nos impongan un conjunto de medidas que van a servir para asustar aún más y conseguir que los ricos sean más ricos. El problema es que los ricos viven en el mismo mundo que los pobres y el peligro de enfermar con una pandemia de estas características no perdona a nadie. Desgraciadamente, faltan líderes de verdad, pues muy a menudo comprobamos que el político promete y no cumple (los políticos gobiernan pensando en el coste político de sus votos más que en el coste de vidas).
Ojo, no estoy insinuando que haya que tomarse a la ligera al coronavirus, ni mucho menos. Simplemente, estoy diciendo que nos están manipulando emocionalmente para que le demos más importancia de la que tiene. Por ejemplo, ¿no es más importante acabar con el secreto bancario (paraísos fiscales) y acabar con los mercados negros y negocios clandestinos existentes? ¿Te imaginas que nadie pudiera cobrar comisiones por contrataciones en un paraíso fiscal porque todo el mundo lo sabría? ¿Y el problema del cambio climático? Hay mucho presumido. Pero tranquilo, no te preocupes, es más fácil que «te laves las manos».
Falta la unidad de los líderes para luchar contra este tipo de problemas y los mecanismos de gobernanza global se muestran indispensables. ¿Por qué el nuevo coronavirus es una pandemia y la corrupción no? Más que preguntarse de dónde viene el virus, que mientras que no le instalen GPS puede ser complicado de resolver, hay que preguntarse cómo realizamos procedimientos para controlar este tipo de pandemias en el futuro. Es indispensable aprender, porque antes las pandemias se producían cada 40 años y ahora el mundo va mucho más rápido (para nada despacio).
Y para ver cómo crecen las desigualdades en el mundo, nada mejor que comprobar datos de Oxfam «Cinco datos escandalosos sobre la desigualdad extrema global y cómo combatirla«.
En tiempos de crisis sale lo mejor y lo peor de las personas
En los momentos de crisis es cuando mejor se conoce a la gente. De la crisis de 2008 escribí una de mis frases de la vida: «Me encanta la gente auténtica. En las crisis es cuando se ven de verdad». Y es que, en estos momentos difíciles, es necesario que nuestros líderes den ejemplo. Además, es preciso no atender al alarmismo del cuñadismo, palabra ya aceptada por la RAE, que se refiere a la tendencia a opinar sobre cualquier asunto aparentando es una persona que se cree superior.
Estos días estoy observando a un ingente número de personas que parecen virólogos acreditados, pero no pasan de ser un ejemplo de mala comunicación malos influencers que alertan en sus redes sociales sobre la primera tontería que se les pasa por la cabeza. Las noticias falsas (fake news) en el caso de la sanidad cobran una especial importancia y deberían tener mayor castigo penal para evitar el pánico en la sociedad. El mayor peligro de esta pandemia es la desinformación difunden personas sin criterio alguno en la transmisión de bulos.
También en estos momentos se comprueba que existe gente maravillosa. Gente excelente. Gente a la que aplaudir con energía a diario, como todas las personas del personal sanitario, bomberos, policías, militares, camioneros, cajeros… Gente que se vuelca en los demás poniendo en riesgo su vida. Desde aquí mi aplauso continuo.
Prince EA – Before You Catch the Virus
El ejemplo de la gente
Frases en tiempos de pandemia: «No hay peor virus que la estupidez humana». Cualquier ciudadano debe aplicar al pie de la letra las normas y recomendaciones que establecen los organismos sanitarios. Que seamos capaces de dar ejemplo con nuestros hijos es fundamental para asegurar que valores fundamentales se mantengan en nuestra sociedad.
En las últimas semanas, los organismos oficiales han recomendado (y llegado a prohibir con carteles con un fondo amarillo de atención) la asistencia de los niños a las escuelas para evitar que se contagiaran. Igual con los universitarios. Pero hay padres que no dan ejemplo y llevan a los niños al parque (muchas veces con los abuelos), saltándose la norma fundamental de evitar que nos relacionemos. Es bastante preocupante que se tenga que legislar y prohibir también la entrada a los parques para hacer entender a los padres algo tan básico como quedarse en casa. En muchas culturas, saltarse la norma es una demostración de «ser más listo», pero en el fondo es una mayor demostración de estupidez humana y nulo respeto por la sociedad.
Por no mencionar a muchos de los políticos, que tenían que estar en cuarentena encerrados en sus casas por haber estado expuestos con familiares afectados pero acuden a reuniones con otras personas. Con la actual tecnología, no hay excusa para no realizar videoconferencias. Predicar con el ejemplo es fundamental.
El ejemplo de los líderes
Si ya es importante dar ejemplo en el día a día, me parece más importante ser conscientes de las torpezas y reconocer los errores a tiempo en el caso de los líderes (ojo que aquí una segunda oportunidad puede costar vidas). Además no dedicarse a juzgar a pasado aplicando en muchos casos el común sesgo retrospectivo. Esta tipo de torpezas humanas contribuyen a la difusión del nuevo coronavirus.
Hace pocos días pude observar en mi país a un político que, habiendo viajado a un lugar con alta exposición al coronavirus y los primeros síntomas de COVID-19, se presentó un mitin en donde había miles de personas. En vez de usar el sentido común y quedarse en casa, hizo lo contrario y, con gran entusiasmo y energía, dio muchos abrazos a sus seguidores.
Pero si ya era una situación absurda (maravillosa, a los ojos del coronavirus), consiguió superar aún más la incompetencia profesional, pues después culpó al Gobierno de que le habían prohibido dar el mitin. Es como si alguien se intenta ahorcar sin éxito y culpara al Ejecutivo de que en su país las tiendas venden cuerdas.
Con el COVID-19 hemos salido de nuestra zona de confort
En esta ocasión me temo que casi todos hemos salido de nuestra zona de confort. Hemos entrado en un nuevo paradigma que ha cambiado nuestra forma de ver el mundo. Saturación de muchos servicios, como los hospitales y funerarias, y congelación absoluta de otros, como algunos comercios no dispensables.
Mencionar el ejemplo de la sección de necrológicas del periódico local L’Eco di Bergamo que evidencia el terrible impacto del virus en Bérgamo, Italia. El viernes, un de periódico compartió en la red unas imágenes que permiten comparar la sección de obituarios del periódico del 9 de febrero, cuando ocupaban solo una página, con una copia fechada el 13 de marzo, en la que fueron necesarias 10 páginas para honrar a los muertos.
En otros casos nuestra visión del mundo cambia de unas personas a otras. Hay personas «encerradas» en casa en cuarentena que desean salir cuanto antes (digamos que no es un «Hikikomori» voluntario como pasa en algunos casos). En el otro lado de la balanza, hay muchos especialistas sanitarios que están muy cansados de tanto trabajo y que desean «encerrarse» en casa a descansar. Son las dos caras de la moneda de esta crisis sanitaria.
Y hasta que salgamos de esto, ¿qué podemos hacer?
Primero te recomiendo seguir el Twitter de mi compañero Pablo Fuente, que mantiene actualizada en tiempo real la información científica sobre esta pandemia.
Además te sugiero ver estas 4 acciones que salvan vidas mientras esperamos la vacuna. Informe del Imperial College London, donde explica las estrategias de mitigación y supresión, y los efectos en nuestra vida. Explica además la utilidad de usar las mascarillas, para evitar los contagios, tanto si estás con el virus como si no. En muchos sitios se está saliendo ya de la cuarentena, y ¡es importante evitar otra cuarenta mundial!
⭐ Reflexiones finales – #MeQuedoEnCasa
No hay peor virus que la estupidez humana. En el caso del coronavirus tuvimos a China de ejemplo y debemos aprender de lo que hicieron mal (tardaron mucho en responder) y lo que hicieron bien (respuesta dura con el aislamiento). Ese país dejó un montón de lecciones aprendidas, incluso cientos de artículos científicos en el camino.
Por ello, es importante recordar que tenemos que mantener la calma. Estar muy serenos y quedarnos en casa, en la medida de lo posible, contribuye a esto. Es verdad que muchas veces discutimos por auténticas tonterías y ahora es un buen momento para empezar a valorar la vida en su justa medida. Cuanto más responsables seamos, menos durará la crisis sanitaria. Y cuánto menos tiempo dure la crisis sanitaria, menos durará la crisis económica. Por eso, es de sentido común quedarse en casa (#MeQuedoEnCasa).
Ahora es importante tener confianza en nosotros. Hay muchas cosas para hacer virtualmente y juntos podremos superar esta pandemia y evitar otra cuarentena mundial.
Repite conmigo #MeQuedoEnCasa. Sí, #MeQuedoEnCasa. Porque ahora además… ya ha venido la fatiga pandémica.
Otra cuarentena mundial
Porque la OMS alerta sobre riesgo “real” de otra cuarentena ante levantamiento de medidas por coronavirus. Como indican: «si las medidas contra la pandemia no se levantan con extremo cuidado corremos el riesgo de otra cuarentena mundial». Cuidado porque siempre hay alguna persona que no obedece reglas.
Completa conferencia de Gestión Emocional en tiempos de COVID-19
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