Las veces que he estado en Venezuela me he enamorado de cada rincón, de la hospitalidad que se respira en cada esquina y de la gente maravillosa que hay. Ahora bien, ¡están en guerra! ¡y cada bando cuenta una historia!
Pero me parece que este video de muestra. Aprendamos a ver la verdad. ¿Hasta dónde tiene que llegar la violencia en un país para que algún organismo internacional intervenga?... lado de la verdad. Los chavistas muestran otro. Pero al final... ¡la gente ni puede salir a la calle! Así que me temo, que pase lo que pase, se avecinan malos tiempos para Venezuela. Y la reflexión... ¿hasta dónde tiene que llegar la violencia en un país para que algún organismo internacional intervenga?
¡Ánimo!
Hola Pedro, Gracias por preocuparte por nuestro país y nuestro destino.
Actualmente la impaciencia de la emoción solapa la prudencia de la razón. Es por ello que algunos argumentos de forma carecen luego de fondo, avivando así polarizaciones y extremismos que no nos permiten avanzar.
Particularmente pienso que la polarización es el mayor daño que hemos permitido que nos hicieran los que pugnan por obtener o preservar el poder. Así nos pasamos pescando excusas y razonamientos para atacar al contrario. Buscamos en la culpa y la falla del otro la justificación de nuestra rabia y hasta de nuestra suerte.
Algunos hemos pretendido que el Estado sea quien resuelva nuestras necesidades y que nosotros por haber nacido en un país “rico” merecemos vivir bien, sólo por el mero hecho de existir (aunque no estemos ni remotamente interesados en convertirnos en seres productivos para nuestra nación, nisiquiera para nuestras familias). Eso sí, nos permitimos desear cosas y exigirlas, pues serán otros los que trabajen para proporcionárnosla. Cuando no nos complacen, sencillamente lo tomamos del que lo tenga, sin menor remordimiento del sacrificio que hizo aquel a quien estamos desposeyendo. La consigna que justifica esta acción: “Mi condición no se debe a mi falta de formación (pues no quiero educarme), ni de mi flojera (pues no quiero trabajar); ni de mi dejadez (pues no voy a abandonar mis vicios) es culpa del rico, (pues tiene todo lo que yo quiero y no lo quiere compartir) pero el Gobierno es bueno, porque me paga para ayudarme y no me exige otra cosa que no sea mi voto”
Otros creemos que nuestra educación, productividad y formación moral y cívica, nos convierte en seres mucho más racionales y por tanto, la verdad entera, absoluta nos acompaña. Nos elevamos y no queremos considerar siquiera al que piense distinto, no reconocemos culpas ni juicios: “Si es chavista es malandro o cuando menos bruto; por lo tanto no voy a debatir con él”
También estamos otros tantos que queremos PAZ a precio justo; sin trampas, miedos o esclavitud soslayada. Esos sabemos la diferencia abismal que hay entre defender y pelear. La experiencia de nuestra vida nos ha dado la suficiente madurez para entender que la violencia genera más violencia y que cualquier mensaje insano, venga de donde venga, debe ser primeramente interpretado por el filtro de nuestra conciencia, antes de asumirlo como un dogma. Nos esperan tiempos difíciles y ante ello será nuestra voluntad y sensibilidad creativa lo que nos permita resistir y superar estas desavenencias. En todos los seres humanos el sentido de supervivencia nos ha llevado a evolucionar; sea aquí o en cualquier otra parte, debemos asegurarnos de crecer en libertad y preservar nuestra vida, más allá de cualquier circunstancia, hecho o persona que quiera someternos.