La pasión turca: Desde el Bósforo con amor

por | Feb 22, 2015 | Reflexiones de la Vida | 0 Comentarios

Style4Life nos lleva a la frontera del lejano oriente de Europa, que con la globalización, ¡parece la esquina de nuestra casa! Llena de misterios y mercados enormes donde perderse a descubrir la felicidad...


 

¿Es Oriente Medio un mundo de alfombras, baños turcos hammam y kebabs de cuchillo y tenedor? Turquía te provoca mucho más que eso. Su refinado exotismo resulta atractivo y accesible por su cercanía al viajero occidental. Por lo que nos han mostrado en el cine de ella, y por mucho más…cuando la visites te apasionará.

Turquía físicamente tiene la cabeza metida en Europa y sus pies firmes en Asia. Esta situación estratégica le imprime un carácter más permeable y progresista frente a sus países vecinos de Oriente Medio y Asia. Tiene su propio y exclusivo idioma, el turco, que comenzó usando el alfabeto árabe durante la época otomana. Después mudó al alfabeto latino, en una iniciativa más del fundador de la república, Ataturk, para promover la modernización. Los profanos en estas lenguas al oírlo no notamos apenas diferencias. Aquí también oirás ¡Salam aleikum!

Más allá de Estambul, Turquía está lleno de lugares únicos y maravillas naturales. Un país bastante plural que paradójicamente está muy unido, no como otros de occidente que se empeñan en agrandar sus diferencias en el actual mundo globalizado.

Mirando al Egeo, al oeste de la península de Anatolia, se encuentra la costa de Kusadasi. En Selçuk está la casa donde viviera la Virgen María en sus últimos años tras la crucifixión. Pero el gran atractivo de la zona es la antigua ciudad de Éfeso con las impresionantes ruinas de la biblioteca Celso, ante la cual uno no puede evitar recordar el teatro romano de Mérida.

Como lugares singulares resultado de la naturaleza está Pammukale (castillo de algodón), en Hiérapolis. Es un paisaje de lo más llamativo con un conjunto de travertinos, en mármol y otras piedras, que la erosión ha moldeado fantásticamente en relieve formando piscinas naturales de aguas termales. A simple vista te recuerda a la nieve – (algo que también me sucedió en el Salar de Uyuni, Bolivia). Por su rica diversidad Turquía no rima con monotonía

Adentrándose hacia el interior del país está Konya. Desconocía de su existencia hasta entonces. El Islam la considera ciudad sagrada por ser la primera construida tras el Diluvio Universal (no es la primera vez que sale este hecho bíblico a relucir). Tiene una mezquita que cobija pelos de la barba de Mahoma en un cofre venerado continuamente. Las mujeres besan el cristal que contiene la urna. En el mismo edificio se encuentra la tumba del filósofo sufí Mevlana.

En Turquía un 25% de la población profesa la rama aleví del islam chíi. Un 74% son sunítas y aglutinan dentro de ésta a la rama sufí. Muy interesante: el sufismo tiene como fin llegar a la unidad mística del ser a través de la exaltación del amor divino.

Una noche pude ver la danza de los seguidores de esta orden, los Derviches giróvagos. Quedé impresionada por estos místicos y su baile extático. Verles meditar y entrar en trance a través de una danza circular, es excepcional. Giran y giran sobre sí mismos sin detenerse, con un ritmo hipnótico. Todo ello acompañado de una música espiritual y enérgica. Ellos entran en trance, pero yo como espectadora, quedé asombrada y siempre lo recordaré.

Al llegar a la Capadocia me pregunto… ¿La naturaleza es capaz de crear paisajes oníricos? El Valle de Göreme, con sus llamadas Chimeneas de hadas, es una buena muestra de ello. Un paisaje evocador que parece sacado de la cabeza de Gaudí. ¡Sobrevolarlo en globo es una sensación fabulosa!

Concluí mi viaje en Estambul. Ciudad con un Cuerno de Oro que separa la parte europea de la ciudad de la parte asiática, y el mar de Mármara del Mar Negro. Una ciudad rica en patrimonio por el esplendoroso palacio y harén del antiguo sultán, por sus mezquitas abiertas al turismo- visitas supeditadas al uso de faldón para las mujeres- por su barrio bohemio, Ortakoy con medusas en el muelle, o por los bazares y mercados de especias para perderse.

La experiencia hammam para mi sorpresa no fue especialmente reconfortante. Escoger lo más renombrado no siempre es la mejor opción. El lugar elegido parecía ser más un mercado de carne humana. La imagen de las clientas sobre el suelo recibiendo bruscos masajes con órdenes en perfecto turco de las corpulentas trabajadoras, está algo lejos de la sensualidad y relajación...

No obstante hay mejores momentos. Uno mágico es, durante el atardecer, escuchar el canto del adhan llamando a la oración, impregnando melancólicamente la atmósfera. Siento un magnetismo especial por Turquía. Sospecho que una de las razones sea el origen de mi apellido, que data de tiempos del Imperio Otomano…sea como fuera ¡me despierta pasión este país!

Ven, ven, quienquiera que seas;

Seas infiel, idólatra o pagano, ven

Este no es un lugar de desesperación

Incluso si has roto tus votos cientos de veces, aún ven

MEVLANA

 

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