Muchas personas presumen de una acentuación de su ser desde la infancia, viviendo el “yo soy” por encima del “nosotros somos”.
Yo soy así, tú eres de otra forma. Yo soy coach y no eres coach. You soy mayor y tú no. Muchas personas presumen de una acentuación de su ser desde la infancia, viviendo el “yo soy” por encima del “nosotros somos”. Generan una búsqueda continua de alguna etiqueta que les identifique y les aporte valor a su vida. En la infancia se sueña con “quiero ser”, pero en la madurez, se ve el que presume mucho con un “yo soy”.
Encuentro numerosos ejemplos a mi alrededor, algunos que ya comenté con la limitación del lugar de nacimiento (cuando te preguntan eres de dónde naces o de dónde vives). Otros son muy naturales, pero cansinos cuando se repiten una y otra vez; “yo soy del F.C. Barcelona”, que traduzco por “desconoces disfrutar los goles del resto de los equipos”; “yo soy republicano”, que se entiende como que el mundo sólo es divertido cuando el Rey se tropieza; “yo soy ingeniero”, que siempre interpreto como que no quiere aprender nada más de otras profesiones; “yo soy suizo”, que parece que si uno no nació en Suiza nunca llegará puntualmente.
No me malinterpreten, reconozco mi forma de ser y mis gustos personales. No tiene nada de malo ser de un equipo u otro. Ni tener unas ideas políticas u otras. Ni haber estudiado una cosa u otra. Ni haber nacido en un país u otro. Mi reflexión pretende mirar más allá de todo lo que decimos que somos y que nos planteemos por un momento lo que estamos dejando de ser (buen momento para ver mi mapa de vida)
Muchos gurús hablan del desapego a los objetos materiales para conseguir que nos sintamos más libres (sí, sí el opuesto al yo más). Pensemos un poco más allá. Pensemos que podemos desapegarnos de todo lo que somos. Pensemos que podemos dejar de confundir el yo con el ser. Una vez que entendamos que somos mucho más que nuestra profesión, nuestro partido político, nuestra familia, nuestra cultura,… entonces volveremos a lo que realmente somos. Un mundo lleno de posibilidades se abrirá a nuestro alcance y seremos capaces ser la mejor persona según cada contexto. Cuando ejercitemos ese desapego emocional, será inevitable el camino hacia la libertad.
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Completamente de acuerdo Pedro, y lo triste es que no se nos eduque en que seamos conscientes en como el lenguaje limita nuestra realidad y que lo que debió ser una herramienta de comunicación sin más, al perder nuestra consciencia sobre usarlo como herramienta, hemos perdido también la consciencia sobre como ese lenguaje limita la forma en que interpretamos nuestro entorno y construimos nuestra realidad. Sociedades en las que no existe el "yo" dentro de su vovabulalrio, deberían enseñarnos algo o si más no hacernos reflexionar. Pero claro... Cambiar el Yo quiero por el Nosotros queremos... Haría como poco tambalear la sociedad capitalista en la que estamos inmersos. Por otro lado... conectar con nuestra esencia como dices... no es interesante para ningún sistema basado en el consumo. ¿Me equivoco?. Porque... conectando con otra de tus entradas... ¿sería posible la mentira y que los mentirosos triunfasen en una sociedad en la que fueramos SERES y no personas? ¿Sería posible el engaño entre seres conectados con sus esencias? ¿Sería posible la manipulación?
Pilar, muchas gracias por tu comanterio... dejas abiertas muchas preguntas, que son de fácil respuesta. Meditaré sobre ellas :D